El monacato aparece como una clase dentro del cristianismo solo a fines del siglo III. Antes era solo un grupo de hombres dedicados a la vida solitaria, elección hecha por voluntad propia. Con el término “monje” (del griego monos, “solo”) los antiguos definieron a aquellos cristianos que, deseando alcanzar una relación más directa con Dios, creyeron lograrlo retirándose del mundo, abandonando su trabajo, propiedades y afectos y viviendo en lugares apartados para dedicar su vida a la ascesis, mortificación de las pasiones corporales, y al misticismo, contemplación y unión con Dios. En la Biblia, Mateo 19:29 dice lo siguiente: ” Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredara vida eterna”. Siguiendo con lo anteriormente expuesto, el movimiento monástico surge como una incompatibilidad entre el cristianismo y el mundo, como protesta ante el relajamiento de la vida cristiana. Se atribuye el inicio del movimiento monástico a los cristianos que se refugiaron en los montes y desiertos durante las persecuciones. Ahora bien, en esta clase, el Padre Oswaldo Agudelo nos explica que el origen del monacato, o la razón más específica e imperecedera, es el ansia de seguir a Cristo, explicando aspectos generales de la historia del monacato y haciendo referencia a santos como Padre Pio, Maria Magdalena, entre otros.